Integrity cannot be bought in the corner store
Han sido cerca de 8 años de aprender del emprendimiento. No puedo arrepentirme de ninguna lección aprendida o delas bofetadas que me ha dado la vida al aventurarte y tomar los risgos que provocan que los cambios que uno visualiza en su cabeza, se hagan. Aunque el trayecto no es sencillo, hay cosas que te mantienen motivado y hasta cierto punto vivo. Existirán ajustes, adaptaciones y cuestiones que se tendrán que aclimatar según el grado de madurez no sólo del negocio, sino de la persona misma en su propia vida, pero hay algo que persiste y son los valores.
Hay mejoras que pueden detectarse y activarse, pero la falta de valores tan importantes como la integridad, llegan a ser evidentes, y pueden ser tan destructivos como afectar una imagen reputacional en segundos con tan solo una decisión abrupta y mal tomada. El no tomar aire y analizar contextos completos, sesgados por el ego fácilmente pueden hacer que lo que vas construyendo poco a poco se desmoronen, y es que valores como la integridad no se hacen con seguidores en redes sociales, con amigos en la fiesta o por conectar con gente, se hace de la suma de pequeñas acciones que van forjando tu nombre y tu persona.
Sin duda existe un reto al lidiar con diferentes tipos de perfiles desde diferentes ángulos: clientes, colaboradores, socios, consejeros. Cada quien tiene sus intereses y aboga por sus ideales, y hay maneras para poder hacerlo. El tener la delicadeza de analizar el contexto ajeno y tener los mejores términos posibles, la forma en la que se procesan las cosas, marca años de largas amistades o generación de fricciones que olvidando la relación uno a uno, pueden afectar la industria o las conexiones que hay entre la personas.
Un buen amigo me recomendó hace tiempo un libro de Clayton Christensen (QEPD): How will you measure your life?, sencillo y concreto, recomendando que la forma en la que mides las cuestiones de mayor satisfacción e impacto en la vida es por pequeñas acciones donde no verás una recompensa inmediata pero que en la eventualidad verás los resultados y vivirás pleno por el reconocimiento de haber llegado a ello. Un claro ejemplo es cuando siembras un árbol. No puedes acelerar ese proceso y esperar que un nogal se haga en cuestión de días para tomar las nueces. Hay un proceso de la vida y una disciplina necesaria para que el árbol crezca con la mejor tierra, en las mejores condiciones, regándolo y monitoreándolo para que sea frondozo y dé un beneficio. Al momento que no se considere algún elemento o se pierda esa constancia, el árbol tiene el riesgo de desmoronarse, o de la nada alguien podría tumbar ese árbol en su crecimiento y simplemente dejar de existir. Ahora, en un contexto más humano, Christensen menciona:
“Si bien las experiencias y la información pueden ser buenos maestros, hay muchas ocasiones en la vida en las que simplemente no podemos permitirnos el lujo de aprender en el trabajo. No querrás tener que pasar por múltiples matrimonios para aprender a ser un buen esposo. O esperar hasta que tu último hijo haya madurado para dominar la paternidad”
La integridad es un valor con una connotación distinguible. Condensa muchos sub-valores que tienen un peso duro en la vida y relacionamiento de una persona — confianza, responsabilidad, entre otros— que suman ante el todo que representa la Integridad. El forjar una vida íntegra, no se logra de algunas conexiones y algunas decisiones, se forja de una constancia y una línea que conecta múltiples acciones que suman, que al término del día el actuar de esa manera con múltiples personas confirmará que como individuo obras con integridad. Una simple acción incentivada por intereses que afecten a otros y que provoquen cambios en el discurso y en elementos que le den algo de forma a esa integridad, se desmoronan.
En el ámbito profesional pasa exactamento lo mismo. Y en un contexto tan problemático como el de latinoamérica, creer que todos somos íntegros y gente de confianza es uno de mis más grandes errores. He querido hacer proyectos donde se empodere a la gente y tome decisiones por su cuenta, con miras a poder ser menos aprehensivo y que gente muchísimo más capaz de lo que yo he podido ser en mi poco involucraminto en áreas diversas de un negocio, ayuden a construir ese camino rumbo a esa visión. Pero la realidad es que no es sólo cuestión de tener esa confianza; todo puede desmoronarse de un día para otro. El sistema tiene que estar preparado, y diseñado de tal manera que si algo de ese estilo suceda, la maquinaria siga avanzando y el sueño no sea impactado de manera ni sutil.
En el proceso de llegar a ello, uno en la postura de líder siempre será críticado, custionado y abrumado por las decisiones que se toman. Es difícil encontrar apoyo — pocos emprendedores se abren y prestan a comentar cuando están pasando por un momento difícil con el negocio, y mucho más doloroso, el no tener con quien rebotar alguna idea pensando en negocios de un solo fundador o compañías que carecen de consejo. Cada decisión tiene un peso, pero ahí es donde lo que prevalece, no serán las decisiones sobre el negocio, ni las decisiones de un individuo, sino los valores con los que se deicidió activar alguna acción.
Hoy más que nunca, valores tangenciales como la Humildad, Observación, Escucha y Empatía, derivadas de un mundo más introvertido pero con la capacidad de comprender por qué suceden las cosas y cómo decidir de la mejor manera, tienen una relevancia impresionante en el mundo profesional, en roles de liderazgo y en ayudar a los colegas y compañeros más cercanos a que puedan llevarse una parte buena o interesante de lo poco o mucho que alguien les pueda aportar. El ejercicio de escuchar más de lo que hablas se vuelve invaluable y más relevante que nunca.
Sin duda, cada acción tiene un peso, y esa acción tiene un fundamento. Cuidemos de que el fundamento sea con los valores que hagan que el impacto sea para bien de nuestros más cercanos, nuestros proyectos y la sociedad.